Calles de Madrid, ¡Válgame Dios!

¿Os habéis fijado en los nombres tan curiosos que tienen algunas calles de Madrid?: Pasadizo del panecillo, Desengaño, Dos amigos… etc. Pero mi favorita es la calle «¡Válgame Dios!». Este pequeño callejón con mucho encanto está situado en el barrio de Chueca cercano al Paseo de Recoletos.

Su extraño nombre procede de una siniestra leyenda, que bien merece ser incluida en la lista de oro de calles malditas de Madrid. En la época medieval este lugar enclavado en las afueras de la villa no era más que un desolado descampado cruzado por un barranco. Una desapacible noche un hombre llamó a las puertas del convento de San Francisco situado en el otro extremo de la ciudad (donde hoy se eleva la Basílica de San Francisco el Grande). Un franciscano le abrió las puertas del convento suponiendo que sería un mendigo buscando cobijo , pero lo que el misterioso villano le pidió fue que le acompañara hasta aquel lejano barranco, pues había allí un moribundo que quería recibir la confesión antes de abandonar esta vida. El franciscano, que no lo vio muy claro, se hizo acompañar de otro religioso, que antes de ser monje, había llevado una vida de aventuras y pendencias.

Tras atravesar Madrid, llegaron a aquel lugar inhóspito, y en vez de un moribundo, lo que se encontraron fue a una mujer con un pequeño bebé en brazos retenidos por otro hombre armado con un puñal. En ese momento el villano que les acompañaba les desveló sus verdaderas intenciones. Querían que confesase a la mujer y bautizase al niño para después matarlos a ambos, ya que aquella mujer había sido amante de los dos al mismo tiempo, y ni siquiera podían saber cual de los dos era el padre del niño.

Justo en ese instante la mujer profirió un grito de terror: «¡Válgame Dios!». El alarido distrajo por un momento a sus captores. Los dos religiosos aprovecharon la distracción para abalanzarse sobre los villanos, consiguiendo estrangular a uno de ellos y poner en fuga al otro. El barranco fue conocido a partir de entonces por el nombre de «¡Válgame Dios!», denominación que pasó a la calle cuando está fue abierta muchos siglos después. Esta era la expresión que se utilizaba en la antigüedad para pedir socorro.

Si queréis saber más sobre las historias que esconden los nombres curiosos de calles en Madrid, os recomiendo el libro de Isabel Gea: «Los nombres de las calles de Madrid»… todo un clásico de la literatura madrileñista.

Y si tenéis curiosidad por conocer más leyendas como esta, podéis apuntaos a mi próxima ruta de los sábados: «Leyendas y casas embrujadas de Madrid»… en la que recorreremos la cara más misteriosa de la ciudad. El sábado 5 de abril será el estreno de esta nueva ruta cuya información se puede encontrar en Facebook. Espero que sea una noche de leyenda.

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Calle «¡Válgame Dios!». Asentada sobre un antiguo barranco medieval.

¡A comer gallinejas y caracoles!

La gastronomía madrileña es verdaderamente especial… gallinejas, entresijos, chicharrones y demás derivados de las tripas del cordero. Y por supuesto no puede faltar una deliciosa ración de caracoles. Si tenéis dudas sobre este tipo de comida, no tenéis más que echarle un vistazo al Glosario castizo de este blog.

Yo os animo a que probéis estos manjares, que en un primer momento pueden resultar poco sugerentes, pero una vez que le coges el gusto… uhmmm, se me está haciendo la boca agua según escribo esta entrada.

Para los que os atreváis a probar, aquí van mis recomendaciones:

Para comer gallinejas, entresijos y demás fritangas, la Freiduría de gallinejas de Embajadores es todo un clásico.

Y para los caracoles, os sugiero los siguientes locales:

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Cervecería «Los caracoles» en la castiza calle de Toledo 106. Barrio de la Arganzuela.

Cervecería «Los Caracoles» en la calle de Toledo 106. El local de caracoles por excelencia de Madrid en el barrio de la Arganzuela, dentro del Madrid más castizo.

-La «Pulpería Caracolería» en Nuestra Señora de Fátima 55, en pleno barrio de Carabanchel.

Restaurante «Valadouro» en la calle de la Bahía 17 cerca del puente de los franceses… todo un descubrimiento. Ideal para días soleados, ya que se puede comer en la terraza.

¡Qué os aproveche!

¡Maldito tráfico!

Si pensáis que los problemas de tráfico en Madrid son propios de los tiempos modernos, estáis equivocados… el asunto viene de lejos. ¿Sabéis que la primera multa por conducir un vehículo con exceso de velocidad de la que se tiene constancia, data de 1493?. El sancionado fue un carretero que iba embalado y avasallando con su carreta a los caminantes por las estrechas calles del centro de la ciudad.

Y si viajamos hasta el siglo XVII, comprobamos que las preocupaciones causadas por el tráfico eran todavía más graves. La densidad de carrozas en circulación fue motivo de unos cuantos duelos. En aquella época, la categoría nobiliaria de una persona podía medirse por la calidad de su carroza… si tenía dos caballos o cuatro, si estaba acristalada o no. Cuando dos carrozas se encontraban frente a frente en una calle angosta, la carroza de menor categoría siempre debía ceder el paso ante la más lujosa. Pero el conflicto llegaba cuando las carrozas eran del mismo rango y ninguna cedía. De la típica discusión de tráfico se pasaba a concertar un desafío a espada que solía terminar con la muerte de uno de los contendientes. La precedencia en el tráfico fue junto con las rivalidades amorosas, el principal motivo para los duelos en nuestro Siglo de oro.

Parada de sillas de mano del Madrid del siglo XVII en la esquina de Herradores con Hileras. Los primeros taxis de la capital.

Parada de sillas de mano del Madrid del siglo XVII en la esquina de Herradores con Hileras. Los primeros taxis de la capital.

Por suerte, el tráfico en Madrid no sólo fue objeto de discusiones. En el XVIII el intenso tránsito de carrozas por el Paseo del Prado nos deparó situaciones mucho más divertidas. Sabemos que una ordenanza municipal prohibió a los madrileños cambiarse de carroza mientras circulaban por esta vía. Los motivos de esta prohibición no estaban relacionados con la seguridad de las personas. La ordenanza intentaba velar por la moralidad, ya que se había comprobado que los madrileños y madrileñas pasaban a las carrozas ajenas para poder tener un rato de intimidad y consumar aquí sus galanteos. El movimiento oscilatorio de los vehículos ponía en evidencia estas situaciones… los antepasados del  Simca 1000 iban tirados por caballos.

Extinguidas las sillas de mano, que en el XVIII funcionaban a modo de taxis, en el XIX se multiplicó la cantidad y diversidad de vehículos colapsando las calles de la capital: carretillas, simones, calesas, tartanas… sus denominaciones variaban en función del número de caballos, ruedas y otras características. Y aparecieron además en este siglo los primeros tranvías de tracción animal. Y no podemos olvidarnos de las diligencias que paraban en la esquina de la Puerta del Sol con la calle de Alcalá.

El primer coche de motor llega a Madrid en 1898. Lo trae el Conde de Peñalver desde París. Las calles del centro ven circular por primera vez un artefacto de este tipo. A partir de entonces cual de nosotros no habrá dicho alguna vez: «¡Maldito tráfico!»… o algo parecido.

Rutas -Madrid para no dormir-

El próximo sábado 8 de marzo comienzo con mis rutas culturales  -Madrid para no dormir- .

Estos recorridos por el Madrid más mágico y misterioso los realizo dentro de la serie de rutas por la España mágica en colaboración con la asociación cultural toledana:

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Farola con grabados de una ejecución a garrote vil en la Plaza Mayor de Madrid.

Animamundi-Rutas por la Iberia mágica

Comenzaremos con la primera de las rutas para no dormir que se llevará a cabo todos los sábados de marzo: «Crímenes y castigos»… una oportunidad única para conocer el lado más siniestro de nuestra ciudad.

Conoceremos algunos de los crímenes más importantes de nuestra historia, así como los lugares de ejecuciones y otros castigos.

¡Animaos a descubrir el Madrid mágico y siniestro conmigo!